EN ETIOPÍA LA LLAMAN MAKEDA.
«Hubo una vez un rey que gobernaba un reino llamado
Etiopía, que se
extendía sobre todas las regiones africanas comprendidas
entre Egipto y
el océano Índico, así como sobre Saba al otro lado del
Mar Rojo. Creía
en un único Dios y estaba descontento de ver a su pueblo
ofrecer
sacrificios a una multitud de dioses, el más horrible de
los cuales era una
enorme serpiente que devoraba a los hombres. Un día, con
la ayuda de
un sabio que había instruido al rey sobre el monoteísmo,
hizo ingerir un
veneno a una pieza de ganado que debía ser presentada a
la serpiente,
mostrando así que no se trataba de un dios sino de un
animal mortal.
Cuando el rey de Etiopía vio próximo su fin, presentó a
su hija Makeda
para sucederle y fue coronada Reina de Saba. Era una
mujer que
destacaba en belleza y sabiduría. Makeda decidió visitar
al rey de Judea
de quien su padre le había hablado. Los dos soberanos
intercambiaron
regalos y mensajeros; Makeda quedó fascinada de la
sabiduría de
Salomón, y éste de su belleza. Salomón quería ser el
padre de uno de los
hijos de Makeda pero ésta le rechazó. Un día Salomón le
hizo prometer
que si ella cogía lo que fuese de palacio sin su
autorización ya no podría
oponerse a sus propósitos. Una tarde Salomón hizo servir
una cena muy
salada y con especias, se retiró y se escondió en la
habitación de
Makeda. Hizo poner un jarro de agua clara y un vaso cerca
de la cama
de Makeda. Hacia medianoche Makeda se despertó torturada
por la sed
y se sirvió un vaso de agua. Entonces el rey salió de su
escondite y le
dijo: “Te he sorprendido cogiendo algo que no te
pertenece sin mi permiso;
recuerda tu promesa".
Al día siguiente, Salomón le dio un anillo
pidiéndole que se lo diese en su nombre a su hijo si
tenía uno.
Nueve meses
más tarde, después de su
regreso al país,
ella tuvo un hijo. Cuando hubo crecido la reina
le envió a casa de
su padre.
Éste le reconoció como a su hijo y completó su educación.
Después le envió a
Etiopía ofreciéndole las Tablas de la Ley donde figuraban los diez
mandamientos».
Una larga tradición oral transmitió la leyenda,
mezclándola con otras
fuentes existentes desde el siglo VI como las
Revelaciones del Pseudo-
Método43, hasta llegar a una versión escrita en gueze por
los amhara en el
siglo XIV con el título de Kebra Nagast (La Gloria de los
Reyes)44. Al
cabo de los siglos el Kebra Nagast se ha convertido en la
fuente escrita
más importante sobre la leyenda, a pesar de que
desconocemos su autor y
de ser un texto con una muy compleja unidad literaria.
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