martes, 12 de mayo de 2015

LA REINA DE SABA VISITA A SALOMÓN.

EN ETIOPÍA LA LLAMAN MAKEDA.




«Hubo una vez un rey que gobernaba un reino llamado Etiopía, que se
extendía sobre todas las regiones africanas comprendidas entre Egipto y
el océano Índico, así como sobre Saba al otro lado del Mar Rojo. Creía
en un único Dios y estaba descontento de ver a su pueblo ofrecer
sacrificios a una multitud de dioses, el más horrible de los cuales era una
enorme serpiente que devoraba a los hombres. Un día, con la ayuda de
un sabio que había instruido al rey sobre el monoteísmo, hizo ingerir un
veneno a una pieza de ganado que debía ser presentada a la serpiente,
mostrando así que no se trataba de un dios sino de un animal mortal.
Cuando el rey de Etiopía vio próximo su fin, presentó a su hija Makeda
para sucederle y fue coronada Reina de Saba. Era una mujer que
destacaba en belleza y sabiduría. Makeda decidió visitar al rey de Judea
de quien su padre le había hablado. Los dos soberanos intercambiaron
regalos y mensajeros; Makeda quedó fascinada de la sabiduría de
Salomón, y éste de su belleza. Salomón quería ser el padre de uno de los
hijos de Makeda pero ésta le rechazó. Un día Salomón le hizo prometer
que si ella cogía lo que fuese de palacio sin su autorización ya no podría
oponerse a sus propósitos. Una tarde Salomón hizo servir una cena muy
salada y con especias, se retiró y se escondió en la habitación de
Makeda. Hizo poner un jarro de agua clara y un vaso cerca de la cama
de Makeda. Hacia medianoche Makeda se despertó torturada por la sed
y se sirvió un vaso de agua. Entonces el rey salió de su escondite y le
dijo: “Te he sorprendido cogiendo algo que no te pertenece sin mi permiso; 
recuerda tu promesa".
Al día siguiente, Salomón le dio un anillo
pidiéndole que se lo diese en su nombre a su hijo si tenía uno.
 Nueve meses más tarde, después de su regreso al país,
 ella tuvo un hijo. Cuando hubo crecido la reina
 le envió a casa de su padre.
 Éste le reconoció como a su hijo y completó su educación.
 Después le envió a Etiopía ofreciéndole las Tablas de la Ley donde figuraban los diez
mandamientos».



Una larga tradición oral transmitió la leyenda, mezclándola con otras
fuentes existentes desde el siglo VI como las Revelaciones del Pseudo-
Método43, hasta llegar a una versión escrita en gueze por los amhara en el
siglo XIV con el título de Kebra Nagast (La Gloria de los Reyes)44. Al
cabo de los siglos el Kebra Nagast se ha convertido en la fuente escrita
más importante sobre la leyenda, a pesar de que desconocemos su autor y
de ser un texto con una muy compleja unidad literaria.

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