jueves, 14 de enero de 2016

EROS, DESEO, AMOR.


SU OPUESTO, THÁNATOS





 Algunos sostienen que Eros salió del huevo del mundo,  fue el primero de los dioses, pues sin él,  ninguno de los demás habría podido nacer. Le hacen contemporáneo de la Madre Tierra y al Tártaro y niegan que tuviera madre o padre,  cómo no fuera Ilithya,  Diosa de los alumbramientos.

Otros sostienen que era hijo de Afrodita y de Hermes o de Ares o del propio padre de aquella,  Zeus,  o hijo de Iris y del Viento Oeste.

 Era un niño indómito, que no mostraba respeto por la edad ni la posición social,  sino que volaba de un lado a otro,  con alas doradas,  disparando al azar sus flechas afiladas o incendiando desenfrenadamente los corazones con sus terribles antorchas.

 Eros, “pasión sexual” era una mera abstracción para Hesíodo.  Los griegos primitivos lo describen como un querer o” malicia alada”,  como la vejez o la peste,  en el sentido de que la pasión sexual sin freno podría perturbar la sociedad ordenada. Poetas posteriores,  no obstante,  encontraban un placer perverso en sus travesuras y en la época de Praxíteles se le trataba ya sentimentalmente como un hermoso joven.  Su santuario más famoso se hallaba en Tespias,  donde los beocios le rendían culto,  como un simple pilar fálico:  la pastoral Hermes o Príapo con un nombre diferente.  Los diversos relatos acerca de su ascendencia se explican por sí mismos.  Hermes era un dios fálico;  y Ares,  como dios de la guerra,  aumentaba el deseo en las mujeres de los guerreros.  Que Afrodita era la madre de Eros y Zeus,  su padre es una insinuación de que la pasión sexual no se detiene ante el incesto;  su nacimiento del Arco Iris y del Viento Oeste es una fantasía lírica. Ylitía,  “la que viene en ayuda de las mujeres en el parto” era un título de Ártemis,  su significado es que no hay amor tan fuerte como el materno.




 En Grecia, a Eros nunca se le consideró un Dios lo suficientemente responsable como para figurar entre la familia gobernante de los doce Olímpicos porque no aceptaba el orden impuesto.

Platón nos comenta en su libro El Banquete, que Eros fue concebido por Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza) durante el cumpleaños de Afrodita.

No se puede, es imposible hablar de Eros, el impulso de la vida, energía primigenia sin citar al impulso opuesto, el de la muerte, hablar de Thanatos. Están vinculados, están unidos por y para siempre, los dos opuestos, las dos energías.

Estos dos impulsos coexisten en cada uno de nosotros. Quien de todos nosotros no ha comentado en algún momento: “Esto está de muerte” y nos hemos referido a un momento de gloria y de placer. O “En estos momentos no me importaría morir”.

Thánatos, por el contrario, es el dios de la muerte no violenta, hijo de la diosa de la noche Nix y del dios de la oscuridad, Érebo. Este dios, gemelo de Hipnos, el dios del sueño, actuaba con cierta gentileza, siendo su toque suave y era el encargado de que se cumpliera la voluntad de las moiras, respecto al destino de los mortales cuando era la hora de morir. Era un ser muy temido y también una fuerza que te apartaba de la vida, también significaba la resignación a la muerte. El amor es  inseparable de la muerte.



Y nos vamos al extremo citando a Marsilio Ficino, en " De Amore".
 Platón llama al amor cosa amarga. Y no sin razón, porque cualquiera que ama muere. Pues su pensamiento, olvidándose de sí, se vuelca en el amado. Pero ¿vive al menos en otro?. Aquél que ama a otro y no es amado por él, no vive en ninguna parte. Y por esto, el amante que no es amado está muerto completamente. Y no resucita jamás, si la indignación no le reanima. Pero cuando el amado corresponde en el amor, el amante vive al menos en él. Y aquí se produce ciertamente un hecho admirable.
 Cuando los opuestos se encuentran y se unen: surge " el amor verdadero", que a la larga no puede ser sino recíproco, traspasa imaginariamente las fronteras de lo sagrado y lo profano, así como las que separan la vida de la muerte". 
Al ser humano solo le queda una alternativa, amar o perecer. Los humanos vivimos y estamos entre dos fuerzas energéticas, el Eros y el Thánatos, el impulso de la vida y el impulso de la muerte. A Thánatos se le conoce como el impulso de la muerte. Hegel dijo que en el ser humano hay más odio que amor y que la Historia se escribe con violencia.
Todos los días, en lugar de unión, fabricamos separación, distancia en lugar de comunicación, tenemos miedo a la intimidad con nosotros mismos. No nos importa ser sino tener. Construímos muros que nos separan y tenemos miedo a la libertad. Llegamos a sentir placer por el displacer y no queremos ser como somos. Llegamos a tener conformidad con el dolor y al final, somos y acabamos siendo lo que menos queremos ser. Tendríamos que empezar a construir impulsados por Eros, todos somos los responsables del Universo y de nosotros depende construir, amar u odiar.






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