EL SEGUNDO PORTAL, HÉRCULES EJECUTA SU SEGUNDA TAREA
EL TORO DE CRETA
El
segundo Portal estaba abierto de par en par, y desde la luz que velaba la
escena distante, una voz emergió y dijo: “Pasa a través del Portal. Sigue tu
camino. Realiza tu trabajo y vuelve a mí, informándome sobre el hecho".
Solo y
triste, consciente de la necesidad y consumido por profunda pena por la muerte de su amigo, Hércules pasó
lentamente entre los pilares del Portal a la luz que brillaba donde estaban los
toros sagrados, esa luz es Aldebarán, el ojo del toro. En el horizonte se levantaba la hermosa isla donde moraba el
toro, y donde hombres arrojados podrían entrar en ese vasto laberinto que los
atraía hasta el aturdimiento, el laberinto de Minos, Rey de Creta, el guardián
del toro.
Cruzando
el océano hacia la soleada isla (aunque no se nos dice cómo) Hércules emprendió
su tarea de buscar y encontrar al toro, y conducirlo al Lugar Sagrado donde
moran los hombres de un solo ojo. De un lugar a otro persiguió al toro, guiado
por la fulgurante estrella que brillaba sobre la frente del toro, una brillante
lámpara en un sitio oscuro. Esta luz, moviéndose a medida que el toro se movía,
lo conducía de un lugar a otro. Solo, buscaba al toro; solo lo perseguía hasta
la guarida; solo lo capturó y montó sobre su lomo. Montar al toro, controlar sus instintos básicos. A su alrededor permanecían
las Siete Hermanas, Las Pléyades, estimulándole en su camino y, en la resplandeciente luz, él
conducía al toro a través de la brillante agua hacia la isla de Creta sobre la
tierra donde moraban los tres Cíclopes.
Estos tres grandes hijos de Dios esperaban su regreso, vigilando su progreso a través de las olas. Él condujo al toro como si éste fuera un caballo, y con las Hermanas cantando a medida que marchaba, lo acercó a la tierra.
Hércules se acercó, empujando al toro sagrado sobre el camino, arrojando la luz sobre el sendero que conducía de Creta al Templo del Señor, dentro de la ciudad de los hombres de un solo ojo. Sobre la tierra firme, a la orilla del agua, estos tres se pararon y se apoderaron del toro, quitándoselo así a Hércules.
"Viniste
con las manos vacías, oh, Hércules", dijo el Maestro.
"Tengo
estas manos vacías, porque he cumplido la tarea a la cual fui asignado. El toro
sagrado está a salvo, en lugar seguro con los Tres. ¿Y ahora qué?”
"Dentro de la luz tu verás luz; camina en esa luz y allí ve la luz. Tu luz debe resplandecer más brillante. El toro está en el Lugar Sagrado".
Y Hércules se tendió sobre la hierba y descansó de su trabajo. Luego el Maestro se volvió hacia Hércules y dijo: "El segundo trabajo está cumplido, y la tarea fue fácil. Aprende de esta tarea la lección de la proporción. Fuerza para realizar la ardua tarea; buena voluntad para hacer la tarea que no somete a esfuerzo tus poderes; así son las dos lecciones aprendidas. Levántate pronto y busca la región, guardada por el tercer Portal, y encuentra las manzanas de oro. Tráemelas aquí.
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