domingo, 14 de agosto de 2016

EL PEREGRINO

CUANDO EL HOMBRE ES LABERINTO






Esta vida es un laberinto. Para que la travesía sea segura, confía ciegamente en Dios, con verdadero amor y sin hipocresía.

" Nacemos por así decirlo provisionalmente en alguna parte. Poco a poco componemos en nosotros mismos el lugar de nuestro origen, para nacer allí después, y cada día más definitivamente". ( Rainer María Rilke ).

En el umbral del laberinto, el peregrino sabe perfectamente que comienza una búsqueda de si mismo y se dirige hacia su luz interior.
 
Un laberinto es un camino de danza escrito en el suelo. El peregrino verá que el laberinto de Chartres, como el de Amiens y, antes de su destrucción, el de Reims, no es realmente un laberinto, pues es imposible extraviarse en él. Un solo camino lleva al centro. Así sucede con todos los laberintos conocidos de las iglesias de Nuestra Señora. ( Charpentier).

Y el peregrino ha comprendido que el zodíaco es música, que el zodíaco es medida, que es su cuerpo, del que puede tomar la medida. Naciendo en un instante del tiempo y en un lugar del espacio, al mismo tiempo se encarna y se orienta. Implantado en un lugar preciso, el sol naciente proyectará una sombra que permitirá trazar la planta de la futura iglesia, su templo interior. ( Laurence Fritsch- Griffon ).

Sólo el fuego interior del peregrino le llevará hacia su objetivo. Pues el objetivo define el viaje, que tiene la magnitud del deseo del ser.


1 comentario:

  1. Que bonita y poética descripción del peregrino. Gracias.🙏🌹

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