LA NAVE DE ARGOS
Nave prodigiosa cuyo
espolón estaba fabricado con madera de la encina profética del santuario de
Dodona y daba aviso a su timonel de los peligros de la navegación. El héroe
Jasón enroló en ella a cincuenta héroes que le acompañaron a rescatar el vellocino
de oro.
Jasón requirió la ayuda
de Argos, hijo de Frixo, quien, adiestrado por Atenea, construyó una nave de
cincuenta remos llamada Argo como él. Atenea puso en la proa un madero dotado
de voz, procedente de la encina de Dodona. Cuando estuvo construida la nave,
Jasón consultó el oráculo y el dios le permitió convocar a los nobles de la
Hélade y hacerse a la mar. Algunos de ellos: Orfeo, hijo de Eagro; Zetes y
Calais, hijos de Bóreas; Cástor y Pólux. hijos de Zeus; Telamón y Peleo, hijos
de Éaco; Heracles, hijo de Zeus; Teseo, hijo de Egeo, etc.
Éstos, con Jasón se
hicieron a la mar y arribaron a Lemnos. Entonces Lemnos no tenía hombres y de
Lemnos su reina era Hipsípila, hija de Toante, por lo siguiente: las lemnias no
honraban a Afrodita y ella les infligió una fetidez que impulsó sus maridos a
tomar cautivas de la cercana Tracia para yacer con ellas. Las lemnias
desdeñadas mataron a sus padres y maridos; sólo Hipsípila salvó a su padre
Toante escondiéndolo. Cuando los Argonautas llegaron a Lemnos, entonces en
poder de las mujeres, se se unieron con ellas. Hipsípila yació con Jasón.
En Misia, Hilas fue a
por agua y fue raptado por las ninfas a causa de su belleza . Polifemo, al
oírlo gritar, pensando que unos ladrones lo llevaban, fue en pos de él con la
espada desenvainada. Encontrando a Heracles se lo dijo; y mientras ambos
buscaban a Hilas la nave zarpó.
Polifemo fundó en Misia
la ciudad de Cío y allí reinó, en tanto
que Heracles volvió a Argos.
Desde Misia se
dirigieron a la tierra donde reinaba Ámico, rey hijo de Poseidón y de una ninfa
bitinia de los bebrices. Ámico, que era
muy fuerte, a los extranjeros que arribaban los forzaba a un pugilato, y de
esta manera les daba muerte.
Al llegar la Argo, desafió al mejor de los tripulantes. Pólux, elegido para luchar, lo mató de un golpe en el codo; los bebrices se lanzaron contra él, pero los más intrépidos, cogiendo las armas, los pusieron en fuga matando a muchos.
El paso de las Simplégades
Liberado de las
Harpías, Fineo mostró la ruta a los Argonautas y los previno acerca de las
Simplégades, unas rocas del mar. Éstas eran enormes y al chocar una contra otra
por la fuerza del viento obstruían el paso. Las envolvía una niebla espesa en medio de
gran estruendo: ni las aves podían pasar entre ellas. Fineo les dijo que
soltaran una paloma entre las rocas y que si la veían cruzar incólume navegaran
sin miedo, pero que si perecía, no intentasen pasar.
Oído esto se hicieron a la mar y, al acercarse a las rocas, soltaron una paloma desde proa, y durante el vuelo el choque de las rocas cortó la punta de su cola. Esperando atentos, pues, que las rocas se separaran, con vigorosos golpes de remos y ayudados por Hera lograron pasar, rompiéndose los adornos de popa de la nave.
Desde entonces las Simplégades se fijaron, pues estaba predestinado que, si una nave conseguía pasar entre ellas, quedarían inmóviles.
Los Argonautas llegaron a la región de los mariandinos, donde los recibió cordialmente el rey Lico . Allí murieron Idmón el adivino, herido por un jabalí, entonces Anceo se encargó de pilotar la nave. Costeando hasta el Termodonte y el Cáucaso, llegaron al río Fasis, que está en la Cólquide. Cuando la nave hubo fondeado, Jasón se presentó a Eetes, a quien le comunicó el encargo de Pelias y le pidió el vellocino de oro.
Eetes prometió
entregárselo si era capaz de uncir él solo los toros de pezuñas broncíneas;
eran dos toros salvajes, de enorme tamaño, obsequio de Hefesto, que Eetes poseía;
estaban provistos de pezuñas de bronce y arrojaban fuego por la boca. Le dijo
que los unciera y sembrara dientes de dragón, pues tenía, recibidos de Atenea, otros
tantos como los que Cadmo había sembrado en Tebas . Mientras Jasón cavilaba
cómo uncir los toros,
Medea se enamoró de él;
era una hechicera, hija de Eetes y de la oceánide Idía. Temiendo que los toros destrozaran
a Jasón, prometió, sin conocimiento de su padre, ayudarle a ungirlos y
conseguir el vellocino si juraba tomarla por esposa y llevarla en su viaje a la
Hélade.
Jasón consintió y ella le proporcionó una
droga, diciéndole que untara con ella el escudo, la lanza y su cuerpo cuando se
dispusiera a uncir los toros, pues le aseguró que, untado con ella, durante un
día ni el fuego ni el hierro podrían hacerle daño; le advirtió que una vez
sembrados los dientes surgirían de la tierra hombres armados contra él, y le
aconsejó que, viéndolos agrupados, desde lejos arrojara piedras en medio, y
que, mientras, por ello combatieran entre sí, los matara .
Jasón, tras oír esto, untado con la droga llegó al bosque sagrado del templo, buscó a los toros y, aunque lo envolvieron en llamas, los unció. Cuando hubo sembrado los dientes, brotaron de la tierra hombres armados; donde vio muchos juntos, sin ser notado, arrojó piedras, y mientras luchaban unos contra otros, se acercó y los mató . A pesar de haber uncido los toros, Eetes no quiso entregarle el vellocino, sino que pretendía quemar la Argo y dar muerte a sus tripulantes.
Pero Medea, adelantándose, condujo a Jasón por la noche a donde estaba la piel, y, tras adormecer con una droga al dragón que la guardaba, se apoderó de ella y se dirigió a la Argo con Jasón, llevando también a su hermano; y con ellos a bordo, los Argonautas zarparon durante la noche.
Eetes, ante la audacia de Medea, intentó alcanzar la nave. Medea, al verlo cerca, asesinó a su hermano y despedazado lo arrojó al mar. Eetes se retrasó en la persecución por recoger los pedazos del niño; entonces emprendió el regreso y enterró los miembros rescatados en un lugar que denominó Tomos.
Envió a gran número de colcos en busca de la
Argo, amenazándolos con aplicarles el castigo destinado a Medea si volvían sin
ella; así se dispersaron y buscaron por distintos lugares.
Cuando los Argonautas
navegaban frente al río Erídano, Zeus, irritado por el asesinato de Apsirto,
les envió una violenta tempestad que los desvió de la ruta. Al pasar junto a
las islas Apsírtides, la nave dijo que no cesaría la cólera de Zeus hasta que
no llegaran a Ausonia y fueran purificados de su crimen por Circe
. Costearon los países
de los ligures y los celtas, y, después de atravesar el mar de Cerdeña,
bordeando la Tirrenia llegaron a Eea y allí suplicaron a Circe y ella los purificó.
Jasón
y Medea.
Éstos llegaron a Corinto y vivieron felices
durante diez años, hasta que en Corinto. Creonte, rey de Corinto, prometió dar
a su hija Glauce a Jasón, quien abandonando a Medea se casó con ella. Medea
invocó a los dioses por los que Jasón había jurado y, tras reprochar a éste
muchas veces su ingratitud, envió a la novia un peplo envenenado que al
vestirlo la abrasó con fuego voraz.
Medea mató a Mérmero y Feres, los hijos tenidos con Jasón, y recibiendo de Helios un carro con dragones alados huyó en él y llegó a Atenas.
También se dice que al huir abandonó a los niños
aún pequeños, dejándolos como suplicantes en el altar de Hera Acrea ; pero los
corintios los arrebataron de allí y los hirieron mortalmente .
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