viernes, 20 de diciembre de 2013



HÉRCULES, EN SU INFANCIA.





Escultura de Bernini.









     Alcmena, su madre, le abandonó recién nacido en un campo fuera de las murallas de Tebas.
     Temía los celos de Hera, la mujer de Zeus.
    Allí, en ese campo, Zeus mandó a Atenea que llevara a Hera a dar un paseo. Atenea simuló sorpresa y le dijo a Hera: " Mira, qué niño tan hermoso! Su madre debió de perder la razón para abandonarlo en este campo pedregoso". Lo recogió y lo puso en brazos de Hera. "Dale de mamar a la pobre criatura, tú tienes leche". Sin reflexionar, Hera se desnudó el pecho y Heracles chupó con tanta fuerza que el dolor hizo que la diosa le arrojara al suelo; un chorro de leche ascendió al firmamento y se convirtió en la Vía Láctea. " !Pequeño monstruo!" exclamó Hera. Atenea lo recogió y se lo puso entre sus brazos sonriendo diciéndole que lo conservara y que lo criara bien.

Algunos dicen que fue Hermes, el de los pies alados el que llevó al infante Heracles al Olimpo y Zeus mismo lo puso en el pecho de Hera mientras dormía. Al despertar, esta lo rechazó, o cuando él mamó más leche de la que podía contener su boca y la arrojó tosiendo, creando la Vía Láctea.
Lo que está claro es que Hera es la madre de leche de Heracles, aunque sólo por poco tiempo.

Estas leyendas nos han llegado, han trascendido. Por algo será. Son mensajes que cada uno debe interpretar con plena libertad.  

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