EL DIOS DE LA PROFECÍA Y DE LA CURACIÓN
Apolo nació en Delos, poco después del nacimiento de su hermana gemela Artemisa, que le ayudó en el parto.
Le precede Helio, que recorría el cielo de Oriente a Occidente, ocultándose por la noche para aparecer al día siguiente.
Helio era hijo de dos titanes, Hiperión y Tía, asímismo es hermano de la diosa Selene y de Eos, la Aurora. Helio fue uno de los dioses preolímpicos. Cuando hubo una división del firmamento, para repartirse los poderes, Helio no tenía ningún control sobre ningún elemento. Se estableció en Rodas, lugar donde reinó. Al final, se le otorgó el control sobre el Sol. Poseía un carro tirado por cuatro corceles, aunque algunos hablan que eran siete, como los colores del arco iris. Su hijo más conocido fue Faetón, leyenda que ya hemos relatado en una de las publicaciones. Su culto fue en Rodas y dicen que el Coloso de Rodas, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo se dedicó a él.
"Apolo, el hijo que tuvo Zeus con
Leda, cuando para conquistarla se convirtió en cisne, era sietemesino. Temis le
alimentó con néctar y ambrosía y cuando amaneció el cuarto día pidió un arco y
flechas, que Hefesto, el dios de la fragua, el herrero, le proporcionó
inmediatamente. Tan pronto como obtuvo el arco y las flechas, se dirigió al
monte Parnaso, donde acechaba la serpiente Pitón, enemiga de su madre, y allí
la hirió gravemente con sus flechas.
Pitón huyó al Oráculo de la Madre
Tierra en Delfos, ciudad llamada así en honor al monstruo Delfine, su
compañero.
Apolo se atrevió a seguirle al
interior del santuario y allí lo mató, junto al precipicio sagrado.
La Madre Tierra informó de este
ultraje a Zeus, quien no solo ordenó que Apolo fuese a Tempe para purificarse,
sino que además instituyó los Juegos Píticos en honor de Pitón, los cuales
debía presidir como penitencia. Apolo obedeció la orden de Zeus de ir a Tempe y
fue a Agila para purificarse, acompañado de su hermana Artemis.
Cuando regresó a Grecia Apolo fue
en busca de Pan, el desacreditado dios arcadio de patas de cabra y, después de
engatusarle para que le revelara el arte de la profecía, se apoderó del Oráculo
de Delfos y retuvo a su servicio a su sacerdotisa, llamada la Pitonisa.
Leto cuando se enteró de ello,
fue con Artemis a Delfos, donde se desvió para realizar cierto rito privado en
una cueva sagrada. El gigante Ticio interrumpió sus devociones y trató de
violarla, cuando Apolo y Artemis, sus hijos, al oir gritos, corrieron y mataron
al gigante con una descarga de flechas, venganza que Zeus, el padre del
gigante, consideró piadosa.
Apolo mató al sátiro Marsias,
acompañante de la diosa Cibeles: Un día Atenea hizo una flauta doble con huesos
de ciervo y la tocó en un banquete de los dioses. No podía comprender por qué
Hera y Afrodita se reían silenciosamente tapándose el rostro con las manos,
pues su música parecía complacer a los otros dioses; en consecuencia se dirigió
sola a un bosque frigio, tomó otra vez la flauta junto a un arroyo y contempló
su imagen en el agua mientras tocaba. Inmediatamente se dio cuenta de lo
ridícula que le hacía parecer el rostro azulado y los carrillos hinchados, por
lo que recogió la flauta y maldijo a quienquiera que la recogiera.
Marsias fue la víctima inocente
de esa maldición. Tropezó con la flauta, que tan pronto como se la llevó a los
labios comenzó a tocar sola, inspirada por el recuerdo de la música de Atenea;
recorrió Frigia con ella en el séquito de Cibeles, deleitando a los campesinos
ignorantes. Éstos decían que ni el mismo Apolo podía haber hecho mejor música,
ni siquiera con su lira. Esto provocó la ira de Apolo, quien invitó a Marsias a
un certamen en el que el vencedor podía imponer el castigo que quisiese al
perdedor. Marsias accedió y Apolo eligió a las Musas como jurado.
Durante el certamen y en las
votaciones, los dos quedaron igualados, entonces, Apolo gritó a Marsias: Te desafío a que hagas con tu
instrumento lo que yo puedo hacer con el mío. Ponlo al revés y toca y canta al
mismo tiempo. Claro, con una flauta eso era imposible así es que las Musas
sentenciaron a favor de Apolo. Luego, a pesar de su supuesta bondad, Apolo se
vengó cruelmente de Marsias: lo desolló vivo y clavó su piel a un pino, junto a
la fuente que lleva ahora su nombre.
Más tarde, Apolo ganó otro
certamen musical y venció a Pan. Convertido en el reconocido dios de la Música,
desde entonces toca su lira de siete cuerdas durante los banquetes de los
dioses." Robert Graves. Mitos Griegos.
Esta imagen es una escultura de Bernini. Representación de Apolo persiguiendo a Dafne, su amor imposible, que se está convirtiendo en un árbol, el laurel.
"Apolo se negaba a atarse con los
lazos del matrimonio pero tuvo muchos amoríos con ninfas y mujeres mortales y
engendró a muchos hijos, entre ellos, citar a Asclepio, Mileto, Aristeo, Doro,
los Coribantes, etc.
No fue muy afortunado con el amor, persiguió durante mucho
tiempo a Dafne, la ninfa montañesa sacerdotisa de la Madre Tierra, quien la
hizo desaparecer justo a tiempo y se la llevó a Creta, donde llegó a ser
conocida como Pasífae. La Madre Tierra dejó un laurel en su lugar, y con sus
hojas Apolo hizo una guirnalda para consolarse.
Apolo fue el primer dios que
cortejó a uno de su sexo, se enamoró de un bello joven, príncipe espartano,
llamado Jacinto, del que el Viento del Oeste también se encaprichó y se sentía
celoso de Apolo. Un día en que Apolo le estaba enseñando a Jacinto a lanzar el
disco, el Viento del Oeste se apoderó del disco en el aire y lo lanzó contra el
cráneo de Jacinto y lo mató. Así broto la flor del Jacinto, de su sangre
vertida sobre la tierra." Robert Graves en Mitos Griegos.
Apolo mereció la ira de Zeus en
una ocasión, cuando conspiró para destronarlo. Esto sucedió cuando su hijo
Asclepio, el médico, cometió la temeridad de resucitar a un súbdito de Hades,
quien presentó su queja al Olimpo. Entonces Zeus, para calmar la ira de su
hermano mayor, Hades, mató a Asclepio con un rayo y Apolo, en venganza mató a
los Cíclopes. Zeus irritado por la pérdida de sus armeros, lo desterró al
Tártaro para siempre, pero Leto, su madre le suplicó el perdón,
comprometiéndose a que enmendaría sus costumbres. Habiendo aprendido su
lección, después de un año de trabajos forzados, en adelante predicó la
moderación en todas las cosas; las frases “ conocete a ti mismo” y “ nada en
exceso”, estaban constantemente en sus labios. Trasladó a las Musas de su
residencia en el monte Helicón a Delfos, suavizó su turbulento frenesí y las
dirigía en sus danzas ceremoniosas y decorosas.
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