viernes, 7 de febrero de 2014

LA LUNA Y SUS DIOSES

EL CULTO A LA LUNA


Vamos a recrearnos con las leyendas sobre la Luna y los dioses que la han representado en algunos pueblos y civilizaciones.
Para los griegos, Selene era su diosa lunar, se le veía viajando en una carroza guiada por bellos corceles. Portaba la media luna sobre su cabeza y con una antorcha en la mano.
Endimión,  era un bello pastor que se dormía contemplando la Luna.
Una noche, Selene encontró a Endimión dormido sobre una roca en una cueva del monte Lemos, cerca de Mileto,  y se enamoró  de él con tal intensidad que le suplicó a Zeus que le concediese a Endimión la inmortalidad para que nunca la abandonase. Endimión aceptó la inmortalidad y la condición de permanecer dormido toda su vida, a cambio de ser visitado por Selene todas las noches y amarla intensamente en sueños.



Otro de los romances de Selene fue con el dios Pan, que disfrazándose de vellocino blanco consiguió seducirla. Recordemos que Pan también pastoreaba sus rebaños en la Arcadia. Estos amores simbolizan el deseo del pastor por la aparición de la Luna en el cielo nocturno, porque su presencia en el cielo se traduce a la mañana siguiente en campos bañados por el rocío y verdes pastos para sus rebaños. Pan era muy sensual, tenía mucho éxito entre las ninfas, a pesar de su poco atractivo físico. Virgilio, en uno de sus versos dice: “ ¡Oh, Luna! El dios de la Arcadia te sedujo apareciendo como un vellocino blanco como la nieve. Te sedujo llamándote para que fueses al fondo de los bosques. Y tú no desdeñaste a aquél que te llamaba”.
En la mítica región de la Arcadia,  existía la costumbre de rendir culto a Selene. En Roma, este culto fue introducido por los Sabinos, a raíz de la guerra motivada por el famoso rapto de sus mujeres. El rapto de las Sabinas. A Selene se la llamaba “ Noctiluca”, que significa “ la que luce por la noche”. Los templos consagrados a esta diosa no estaban a cubierto y había una llama  que permanecía toda la noche encendida.





La diosa Artemisa.- Zeus, en uno de sus romances con Leto, hija de los Titanes Ceo y Febe, se encerró con ella en los cuerpos mágicos de dos codornices en celo. Leto quedó en cinta de sus gemelos Apolo y Artemisa y tuvo que huir de Hera, la esposa de Zeus, que furiosa por los celos le mandó a la serpiente Pitón, con la maldición de no consentir ningún parto que estuviese alumbrado por el Sol.
Llevada en alas por el viento del Sur, Leto llegó, por fin, a Ortigia, cerca de Delos, donde dió a luz a Artemisa. El alumbramiento se produjo bajo una frondosa palmera datilera, a la que se abrazó Leto haciendo presión con las rodillas para facilitar el parto.  Recién nacida y consciente del peligro que acechaba a su madre, le ayudó a atravesar el agua en un estrecho hasta pasar al otro lado, a tierra firme. Allí, dio a luz a su hermano Apolo.
Este hecho milagroso realizado por una recién nacida, hizo que se convirtiese en diosa protectora de todos los niños pequeños y de todos los mamíferos. Cuando creció se encontró con su padre Zeus y le pidió unos cuantos deseos, entre otros, que le concediese la virginidad eterna, muchos nombres y un arco y flechas como a su hermano Apolo. Su padre se lo concedió todo y mucho más, ya que estaba orgulloso de su hija, nombrándole además guardiana de los caminos. El arco era de plata, encargo que hizo Zeus a Hefesto.
Artemisa estaba consolidada como la reina de los bosques, con su corte de doncellas. Cuando pasa a ser la reina de la Luna, desplaza a Selene, hermana de Helios, la divinidad del Sol. Así es que Apolo desplaza también a Helios.
Artemisa sigue expandiendo su poderío desplazando también a Hécate, en su puesto de la sombra de la Luna. Ya tiene tres personalidades y tres rostros. El de Artemis, sobre la faz del planeta, el de Selene en el firmamento y el de Hécate, el de las sombras eternas. La diosa ya es una poderosa criatura y son sus fieles los que van reivindicando para ella el monopolio del poder y la unión de todos los atributos olímpicos en sus manos. La Luna tiene también varias fases. Poderíos en los Universos Celestiales, Terrenales y Subterráneos.
 Esta leyenda sobre la poderosa Artemisa, diosa Lunar, podría estar emparentada, observando las imágenes de las esculturas descubiertas por todo el Mediterráneo,  con la Dama de Elche. Observamos parecido con la Ártemis de Efeso, la Bella. En Elche se colgarían de su busto para la celebración de la Primavera, ramas de dátiles. También se le colgaban del busto los testículos de los animales sacrificados en su honor. Vemos su gran vinculación con la palmera datilera, que será objeto de estudio en breve. También está presente como elemento esencial, la columna. De ahí, una pequeña escultura de la Virgen sobre un Pilar, a orillas del Ebro, donde según la tradición se apareció el Apóstol Santiago, en la misma época en que se afirma que la Virgen María vivía en Efeso bajo el cuidado de San Juan Evangelista.




Jonsu, dios egipcio.- Para los egipcios, la Luna tenía mucha importancia y tenía su propio dios que era Jonsu. Formaba parte de la triada de Tebas, junto a sus padres Amón y Mut, recibiendo el título de “ Jonsu el Magnánimo”.
Su nombre proviene de las palabras “ placenta” y “ rey”, significando “ La placenta Real”. Así representaba la placenta que envolvía al Rey protegiéndolo dentro del seno materno. Se entendía que el soberano se identificaba con el Sol y la placenta se asociaba a la Luna.
Otros significados del nombre de Jonsu son “ El que atraviesa” o “ El viajero”, por su aspecto de dios lunar y celeste ( dios que recorre el cielo en la noche), como aparece escrito en los Textos de las Pirámides. Este es uno de los textos religiosos más antiguos. Está grabado en las paredes de las pirámides de reyes y reinas de Egipto.
También se le conocía como “ Dios que espanta a los Espíritus Malignos” causantes de las enfermedades, por eso se le consideraba protector de los enfermos, atribuyéndole poderes curativos.
Otro de los significados era “ Cerrojo de la Juventud”.
Aparece representado como un hombre con barba en actitud de marcha, transformándose en un niño vendado como una momia y con un disco lunar sobre la cabeza y una coleta lateral. Lleva un collar sobre su pecho y en sus manos los cetros que le corresponden. En su aspecto celeste se le representa con la cabeza de un halcón, como el dios Horus.



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